viernes, 29 de abril de 2011

Extracto del discurso de Ana María Matute en la entrega del Premio Cervantes

"[...]Desde aquel día en que oí por vez primera la mágica frase: "Érase una vez..." y conmovió toda mi pequeña vida.Érase una vez un hombre bueno, solitario, triste y soñador: creía en el honor y la valentía, e inventaba la vida. San Juan dijo: "El que no ama está muerto", y yo me atrevo a decir: "El que no inventa, no vive".
[...]
Sí, este galardón que tanta felicidad y optimismo me causa -y no olvidemos que el optimismo y los planes de futuro, a los ochenta y cinco años, son cuestiones a meditar o poner en tela de juicio- puede ser el colofón a la entrega de toda una vida que, en mis tiempos mozos, consideré en su mayor parte una "vida de papel". [...]
Todo eran inventos, hasta que supe que en la Literatura -en grande-, como en la vida, se entra con dolor y lágrimas. [...]
 La osadía que impulsa a los adolescentes y a los ignorantes y a los fabricantes de inventos y de sueños -¿acaso no son, a veces, una misma cosa?-, todo eso me empujó a llevar mi primera novela -escrita años antes, a los 17- a probar fortuna en una de las más prestigiosas editoriales. Pero mi mayor osadía era no sólo llevar una novela casi adolescente a una importante editorial, sino que, encima, la llevaba escrita a mano, en un cuaderno escolar, cuadriculado, con las tapas de hule negro (Si alguien de mi edad me está escuchando, sabrá de qué tipo de libreta hablo. Eran las libretas de la posguerra). [...]
La novela citada, llamada Los Abel, y escrita, que no publicada, a los 17 años, suplantó en el contrato a Pequeño teatro (que, 11 años más tarde, obtuvo el Premio Planeta). Y ese fue mi verdadero bautizo de entrada en el mundo editorial. Empecé a conocer a escritores y todo tipo de gentes de "invenciones", puesto que me aparté totalmente del que había sido hasta aquel momento mi entorno natural. Conocí y viví un clima distinto, muy distinto del que había sido el mío habitual hasta aquel momento, y que, paradójicamente, resultaba mucho más afín a mi naturaleza. Y continué inventando invenciones, y viene a mi memoria un día en que inventé el "arzadú"... Brotaba esporádica, espontáneamente, cuando buscaba el nombre de una flor. Si existía, vivía sólo en la memoria de su delicadeza, su color, su perfume, aunque no constara en ningún libro ni catálogo de botánica. Y, así, llegó un día en que estudiosos y minuciosos profesores y escolares americanos se interesaron por el arzadú, y me brearon a preguntas: no lo encontraban por ninguna parte [...]. Desde aquí les pido perdón a aquellas gentes de buena voluntad. Tómenlo como lo que era: una invención más. La había introducido no sólo en algunos de mis cuentos, sino también en alguna novela; y, al fin, yo me lo creía, y me lo creo: el arzadú brota cada primavera, o cada otoño, en las vastas y ahora ya remotas colinas de los sueños. De los sueños que convierten Aldonzas en Dulcineas, y quién sabe cuántas flores más. Tantas como soñadores, o poetas existan. Y cuando por fin vi publicado por vez primera mi primer libro, Los Abel, dormí toda la noche con el ejemplar bajo la almohada. Y el gran honor con el que hoy se me ha distinguido reúne para mí tanto una trayectoria literaria como vital: no puedo separar la una de la otra. [...]
Sobre la famosa crueldad de los cuentos de hadas -que, por cierto, no fueron escritos para niños, sino que obedecen a una tradición oral, afortunadamente recogida por los hermanos Grimm, Perrault y Andersen, y en España, donde tanta falta hacía, por el gran Antonio Almodóvar, llamado "el tercer hermano Grimm" -, me estremece pensar y saber que se mutilan, bajo pretextos inanes de corrección política más o menos oportunos, y que unas manos depredadoras, imaginando tal vez que ser niño significa ser idiota, convierten verdaderas joyas literarias en relatos no sólo mortalmente aburridos, sino, además, necios. ¿Y aún nos preguntamos por qué los niños leen poco? Yo recuerdo aquellos días en Sitges, hace años, cuando algunas tardes de otoño venía a mi casa un tropel de niños y, junto al fuego -como está mandado-, oían embelesados repetir por enésima vez las palabras mágicas: "Érase una vez ...". Y habían dejado la televisión para escucharlas.[...]
Entonces escribí mi primera novela. Se llamaba Juanito, y ocurría durante la Revolución Francesa. Pero pueden imaginar qué extraña Revolución Francesa relataba... Claro está: me la inventé, pero algo tienen los inventos-sueños, porque, cuando durante la noche, toda la casa dormida, acudía al cuarto de mis dos hermanos, José Antonio y José Luis, y, ayudada por una linternilla de pilas, se la leía, protestaban cuando yo decía "continuará" (Y eso quería decir hasta la noche siguiente). Entonces parecía llenarse de magia la habitación a oscuras de los niños. Niños asombrados -como cuando, en cierta ocasión, vi surgir, al partir un terrón de azúcar en la oscuridad, una chispita azul-, algo que me reveló que yo sería escritora, o que ya lo era.
Con ello sólo quiero decir que aquella lucecita azul, aquel virus, no me abandonó nunca. Cuando Alicia, por fin, atravesó el cristal del espejo y se encontró no sólo con su mundo de maravillas, sino consigo misma, no tuvo necesidad de consultar ningún folleto explicativo. [...] Y me permito hacerles un ruego: si en algún momento tropiezan con una historia, o con alguna de las criaturas que transmiten mis libros, por favor créanselas. Créanselas porque me las he inventado."
Un discurso que merece ser escuchado integramente, pero que aquí os he dejado una buena parte de él. 
Felicidades Matute por tus invenciones!

Discurso integro en RTVE

Obras de la autora:

Novelas

  • Los Abel (1948)
  • Fiesta al noroeste (1952)
  • Pequeño teatro (1954)
  • En esta tierra (1955)
  • Los hijos muertos (1958)
  • Primera memoria (1959)
  • Los soldados lloran de noche (1963)
  • Algunos muchachos (1964)
  • La trampa (1969)
  • La torre vigía (1971)
  • El río (1973)
  • Luciérnagas (1993)
  • Olvidado rey Gudú (1996)
  • Aranmanoth (2000)
  • Paraiso inhabitado (2008)

Relatos cortos y cuentos para niños

  • La pequeña vida (1953)
  • Los niños tontos (1956)
  • Vida nueva (1956)
  • El país de la pizarra (1957)
  • El tiempo (1957)
  • Paulina, el mundo y las estrellas (1960)
  • El saltamontes y El aprendiz (1960)
  • A la mitad del camino (1961)
  • El libro de juegos para los niños de otros (1961)
  • Historia de la Artámila (1961)
  • El arrepentido (1961)
  • Tres y un sueño (1961)
  • Caballito loco y Carnavalito (1962)
  • El río (1963)
  • El polizón del "Ulises" (1965)
  • El aprendiz (1972)
  • Sólo un pie descalzo (1983)
  • El saltamontes verde (1986)
  • La Virgen de Antioquía y otros relatos (1990)
  • De ninguna parte (1993)
  • La oveja negra (1994)
  • El verdadero final de la Bella Durmiente (1995)
  • El árbol de oro (1995)
  • Casa de juegos prohibidos (1996)
  • Los de la Tienda (1998)
  • Todos mis cuentos (2000)
  • La puerta de la luna. Cuentos completos (2010)

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