 La Luna se asoma casi todas las noches        por encima de los tejados.                            Se cuela por las ventanas,        se desliza por debajo de las puertas,        entra en las casas...
La Luna se asoma casi todas las noches        por encima de los tejados.                            Se cuela por las ventanas,        se desliza por debajo de las puertas,        entra en las casas... Un día mi chupete desapareció.
Un día mi chupete desapareció.Mi madre me dijo que se lo había llevado la Luna.
-¡Mentira! ¿Cómo lo sabes? -le pregunté.
-Porque no llora -me dijo.
-¡No, no es por eso!
 Yo no pensaba que la Luna       fuera una ladrona y busqué mi chupete por toda la casa.
Yo no pensaba que la Luna       fuera una ladrona y busqué mi chupete por toda la casa.Busqué en los cajones... pero no estaba.
Encontré una oreja de conejo.
 Busqué en       la nevera... pero no estaba.Encontré una pata de       Conejo. Estaba fría.
Busqué en       la nevera... pero no estaba.Encontré una pata de       Conejo. Estaba fría. Miré debajo de la cama... y encontré a Conejo.
Miré debajo de la cama... y encontré a Conejo.Le faltaban una pata y una oreja.
-¿Has visto mi chupete?
-Lo tiene la Luna -dijo Conejo.
- ¿Cómo lo sabes?
-Porque no llora.
Seguí buscando hasta que se fue el sol. Entonces la Luna se asomó...
En la web del autor podéis averguar como surgió esta historia, resulta interesante.
Pablo Albo recurre a la fantasía y a la imaginación  para tratar con ternura y humor un reto complicado para los más pequeños  y sus padres: dejar el chupete. Esta es una etapa más del crecimiento y  madurez, y el niño necesita comprensión para alcanzar la meta final.  Los padres deben ser su mayor estímulo en este objetivo y lecturas como  esta pueden ayudar a conseguirlo.
Se trata de un paso difícil. El chupete es un objeto con una fuerte  carga simbólica y afectiva para los pequeños. Ha sido un fiel compañero  porque otorga calma y seguridad: —¿Has visto mi chupete? —Lo tiene la Luna –dijo Conejo. —¿Cómo lo sabes? —Porque no llora.
Superar esos retos forma parte de un proceso natural de aprendizaje y  de crecimiento, donde la imaginación se convierte en el más valioso  recurso del que dispone un niño tal y como demuestra Pablo Albo en este  relato y en anteriores colaboraciones con OQO como La sopa quema.
Los niños varían con facilidad sus dependencias afectivas hacia  determinados juguetes, libros u objetos. El reencuentro con su muñeco  favorito, Conejo, le sirve al personaje de La Luna ladrona para  llenar el vacío creado por la ausencia del chupete y comprender que hay  compañeros de viaje necesarios para ciertos tramos vitales.
La ternura del texto de Pablo Albo se ve reforzada con las ilustraciones a doble página de Pierre Pratt y sus personajes: trazos simples con detalles que imprimen carisma (las narices) y que los hacen únicos.
Este ilustrador canadiense —que cuenta con reconocimientos como el Canadian Governor General's Award o al Mejor álbum ilustrado en Montreuil— despliega su reconocible paleta de colores: azules, rojos, naranjas y amarillos intensos, que captan la atención de los primeros lectores a los que va dirigido este álbum.
Este ilustrador canadiense —que cuenta con reconocimientos como el Canadian Governor General's Award o al Mejor álbum ilustrado en Montreuil— despliega su reconocible paleta de colores: azules, rojos, naranjas y amarillos intensos, que captan la atención de los primeros lectores a los que va dirigido este álbum.

 
 
Es una lástima que de cinco párrafos sólo se dedique uno al trabajo del ilustrador (Pierre Pratt), ya que como todos sabemos, en un álbum ilustrado la imagen es una parte tan importante como pueda serlo el texto, pues una se beneficia de la otra, se complementan y se enriquecen.
ResponderEliminarGracias Juan por tu comentario. Cualquier aportación más es de agradecer y enriquece el blog.
ResponderEliminarEstá claro que la parte más importante en un álbum es la ilustración y no me había parado a pensar en tu comentario. Lo tendré en cuenta a partir de ahora.
Gracias por leerme y aportar comentarios.
Un saludo,
Ade