El recorrido de los lobos por las diferentes páginas del álbum en búsqueda de comida requiere la complicidad e interacción del lector, que debe estar atento y con sus cinco sentidos bien despiertos saltando de página en página.
Ritmo y frescura en este planteamiento original tanto en el texto de Roberto Aliaga como en la recreación que realiza Roger Olmos. “Una vez leída y releída la historia, observé que no había ningún tipo de elemento espacio-temporal que ubicase este cuento lleno de lobos. Perfecto para mí”, admite el ilustrador catalán, quien libre de este tipo de ataduras recrea un mundo ficticio “alegre y alocado”.
Por este motivo, la entrada a este mundo de lobos de cuento se asemeja a la de un parque de atracciones. El ilustrador pretende que “asuste un poco” al lector que se encuentra a punto de sumergirse en este universo de plataformas, casas, puentes, esculturas que encajan como un puzle y que se parecen a reconocibles escenarios cinematográficos futuristas.
Como contrapunto a una portada de apariencia “algo agresiva”, Roger Olmos sitúa un lobito tímido y curioso que se asoma al exterior. De esta forma, introduce la ternura que inunda las ilustraciones del cuento y adelanta la idea de que los seres que habitan estas páginas no son tan terribles.
Con este objetivo, huye de los tonos oscuros que serían más apropiados para vestir a los personajes "malos" de los cuentos y apuesta por una paleta de pintura al óleo de colores vistosos, que afianzan en el lector la sensación de que está ante personajes a los que no hay que temer.
Ressenya de la web de la editorial.
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